La internacionalización de empresas implica una serie de estrategias y acciones que permiten a una compañía expandirse a nivel global. No se trata solo de vender productos o servicios en otros países, sino de adaptarse a las particularidades de cada mercado, estableciendo una presencia sólida y creando relaciones comerciales duraderas. Esta expansión implica aspectos como la adaptación a las regulaciones y normativas locales, la comprensión de las diferencias culturales y el desarrollo de una estrategia de marketing efectiva para llegar a nuevos clientes.
Una empresa que se internacionaliza registra cambios tanto en su funcionamiento como en su estructura. Por ello, las empresas que comienzan su internacionalización suelen pasar por una serie de etapas a lo largo del tiempo que le permiten adaptarse a los mercados internacionales y evolucionar poco a poco. Estas etapas se pueden resumir de forma general en 4 fases:
- La empresa comienza a importar productos del exterior de las fronteras de su país de origen. De esta forma hacen nuevos contactos y conocen maquinaria, productos o suministros diferentes y que le permiten un margen de beneficio económico mayor.
- Exportación. La empresa decide exportar a mercados exteriores para aumentar el volumen de negocio vendiendo en mercados de otros países. Es el primer contacto con la internacionalización.
- La empresa se implanta en el exterior para la comercialización de sus productos y comienza a realizar sus primeras inversiones para producir. Otra opción es establecer sus primeros acuerdos con empresas de un tercer país que le suministran los bienes o servicios.
- Por último, la globalización de la empresa. Esta ya no tiene país de origen y se convierte en una empresa global. Su gestión se lleva a cabo de manera internacional, estableciendo sus centros de producción u otro tipo en los lugares que la empresa considera más convenientes, sin ninguna restricción por su origen geográfico.